Páginas

martes, 10 de septiembre de 2013

La vuelta al norte en 80 días

Eramos tan jóvenes... corría el año 2002 apenas estaba terminando de cursar el CBC cuando al día siguiente de rendir el último final partíamos con mi hermana Paula, en un micro pedorrísimo que tenía menos reclinación que una escuadra rumbo a San Salvador de Jujuy. Me acuerdo que el micro nos había salido $50, ¡claramente era el más barato que habíamos encontrado! Nuestras espaldas sufrieron cada peso que no gastamos en un cochecama, pero como dije, eramos tan jóvenes que lo único que nos importaba era la aventura que se abría ante nosotras...

Serro de 7 Colores, Purmamarca, Jujuy. Foto tomada por Ariel Diacovetsky
PACHAMAMA EN TILCARA:
Estamos en Salta, pero podíamos darnos el lujo de volver a Jujuy para celebrar el Día de la Tierra a Tilcara, ya que habíamos escuchado que era el mejor lugar para festejarlo. Sin embargo partimos hacia allá y parecía que todos los festejos reales eran puertas adentro de las casas, y afuera solo un show para turistas en los restaurantes a los que nuestro presupuesto limitado no nos permitía ingresar. Así que decidimos caminar por el cerro rumbo a la garganta del diablo, (cascada famosa no solo en el litoral sino también en este pequeño pueblo del NOA) pero nunca llegamos, en el camino escuchamos unas coplas, que venían de un ranchito cerro abajo, decidimos golpear palmas y preguntar si nos invitaban, y sí, así fue, al rato estábamos en el medio de una ronda de yerbiau en el patio de la casa, que tenía por paisaje la mismísima Quebrada, rodeadas de cactus, coplas, y esa brebaje intomable de tan fuerte que era, esa mezcla de mate y alcohol de quemar típica de este momento de celebración. Al principio tomabamos de verdad, pero luego de la tercer ronda ya estaba haciendo como sí,  porque nos parecía de mal gusto rechazárselo pero si tomabamos un sorbo más de eso no íbamos a poder bajar del cerro sin rodar de la intensa borrachera... Y de tanto en tanto, ademas de tirarle alcohol al mate se lo tiraban a la tierra, chayandola, agradeciendo a la Madre Tierra, entre cantos y bombos en su día. Cayó el sol, nos despedimos agradeciendo a esa señora de trenzas canosas que tan amablemente nos abrió las puertas de su rancho, y bajamos del cerro. Nunca voy a olvidar ese 1° de agosto...


Viendo pasar el tren de las nubes.
Hizando la bandera argentina en la estación de tren de San Antonio
de los Cobres, última parada del tren de las nubes.
SAN ANTONIO DE LOS COBRES Y EL TREN DE LAS NUBES:

Como el tomar el tren de las nubes no era una opción para nuestra modalidad gasolera y mochilera decidimos con mi hermana y dos chicas que habiamos conocido en el hostel tomar un remis desde Salta Capital siguiendo el recorrido del tren. Incluso la propuesta parecía no solo más económica sino también más entretenida ya que sería una persecución en tiempo real para tratar de enganchar el tren cuando pasa por su famoso viaducto de la Polvorilla a 63 metros de altura del suelo, pero a unos 4200 metros sobre el nivel del mar, a poco de llegar a tu destino final, la estación de San Antonio de los Cobres.


Llegar llegamos, con 3 tés de coca encima y aprendiendo a hacernos amigas del sabor amargo de la hoja en el buche, pero en ese momento la mal educada de nuestra cámara de rollo (en ese momento aún no eran tan populares las digitales) se "apunó" y no quiso funcionar, pero la imagen del tren volando entre las nubes aun permanece en mi retina. 

A punto de salir volando en el Paso del Chorrillo. Salta.
Luego, el señor remisero nos llevó a un lugar al que no llegan los adinerados pasajeros del Tren de las Nubes, es el Paso del Chorrillo o Alto Chorrillo, el lugar más alto que estuve en mi vida, 4338 M.s.n.m. Ahi el viento era dueño de los cuatro puntos cardinales, y creímos por un momento que ibamos a salir volando como en esas escenas donde se abre una nave espacial en el medio de la galaxia misma.


Quebrada de las Conchas, Cafayate. Salta.
CAFAYATE
De Cafayate recuerdo dos cosas. Una que cuando entramos en la agencia con la que contrataríamos el tour por la Quebrada de las Conchas en y Las ruinas de los Quilmes, me acorde de la canción ironic, de Alanis Morisette cuando dice "It's meeting the man of my dreams, and then meeting his beautiful wife. And isn't it ironic.. don't you think?" Y con ellos compartimos toda el día siguiente recorriendo la Quebrada y cantando "Cielito lindo" al ver la inundación de estrellas en el anochecer del cielo cafayatense.

FIN DEL VIAJE:
Parque Nacional Talampaya, La Rioja.
En 80 días recorrimos Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, Santiago del Estero, La Rioja y San Juan. Gastamos $600 pesos de ese momento, aunque a último momento nuestros generosos padres nos habían enviado $50 pesos a cada una para que pudiéramos hacer la excursión a Talampaya y Valle de la Luna porque para ese entonces estábamos casi tan en default como el país mismo en ese momento. Claramente los precios hoy por hoy no son referencia de nada para un viaje, pero si la experiencia, los paisajes siguen siendo los mismos, la calidad de la gente, y sobretodo lo inolvidable de poder saber cuando empezás el viaje pero no cuando lo terminas.... Algo que realmente hoy es casi imposible a menos que uno decida hacer la gran "Into de wild" ¡y dejar todo para conocer Alaska!

viernes, 6 de septiembre de 2013

Un blog de viajes

Hola mundo, allá voy! Es mi descripción de situación actual en mi perfil de couchsurfing, y es como me siento ahora, planeando un nuevo viaje...

Ideando mis nuevas aventuras, inevitablemente me pongo a recordar las anteriores y una sensación de agradecimiento me invade. Que lindo, que lindo! La adrenalina se apodera de mi cuando empiezo a cranear un viaje nuevo.


Soy el típico producto de lo que me enseñaron, hago honor a la frase "la fruta no cayó demasiado lejos del árbol" o "lo que se hereda no se roba". Mi primer viaje fue a los 2 meses, yo obviamente no lo recuerdo, pero mis intrépidos padres osaron llevarme a las sierras cordobesas antes de que puediera ni pararme sobre mis propios pies y luego a la nieve barilochense a festejar mi primer añito de vida, y se ve que algo de eso de tomar una ruta por horas, o sentirse tan a gusto en Ezeiza se me fue calando en los huesos...


El móvil de este blog es un poco así como mirar para atrás para dimensionar tantos kilómetros recorridos, y otro poco usarlo de motor para soñar con nuevos viajes, porque como dice un viejo refrán "se disfruta más de estar llegando que de llegar"...